Volver al Camino

No recuerdo el momento exacto en que nació mi amor por el Camino de Santiago. Tal vez fue una mezcla de curiosidad y la necesidad de frenar el ruido de la vida cotidiana. Durante años lo soñé, lo postergué, hasta que entendí que no existe el momento perfecto: simplemente hay que decidir.

El primer paso es la decisión

El viaje comenzó mucho antes de ponerme la mochila . Empezó el día que dejé de decir “algún día” y me animé a decir “ahora”. En ese ahora convivían miedo, emoción e ilusión. Recuerdo ese primer día como si fuera hoy: la primera subida, la lluvia inesperada, el silencio. Pero también la certeza de estar exactamente donde debía estar.

Qué es el Camino de Santiago y por qué se hace

A lo largo del recorrido, entendí qué es el Camino de Santiago y por qué se hace. No se trata solo de llegar a un punto final, sino de atravesar un proceso personal profundo. Primero físico, luego mental y finalmente espiritual. Conocí gente de todo el mundo, con historias distintas pero con un mismo impulso: buscar algo verdadero.

Una experiencia transformadora

Cada amanecer me conectaba con lo esencial. Con el entorno, con la naturaleza, y también conmigo mismo. Detalles simples, como llevar accesorios de verano o elegir camisas de lino cómodas para caminar con libertad, marcaron la diferencia.

Un estilo de vida que elijo cada día

Al llegar a Santiago, lloré. No porque fuera el final, sino porque supe que había comenzado otra manera de mirar la vida. Una más alineada con un estilo de vida, más consciente, más lento, más humano. Desde entonces, volví muchas veces. Cada grupo que acompañé me recordó por qué el Camino nunca se hace una sola vez. Se vuelve a caminar cada vez que alguien da su primer paso.

El Camino continúa

Hoy lo elijo como forma de vivir. Y también como forma de contar historias, como lo compartí en el blog Mundo Wayfarer. Porque el Camino no termina en Santiago. Empieza cada vez que escuchamos esa voz interna que nos pide algo más que rutina.

Solo queda ponerse la mochila, respirar profundo… y animarse a andar.

 

@baubonacci